EN LA MENTE DE UN SOLITARIO

Puedes borrar a alguien de tu mente. Borrarla de tu corazón es otra historia. Eso dice el slogan promocional de “Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos” (Eternal Sunshine of the Spotless Mind), la última película basada en un guión del hombre que ha cambiado la forma de escribir para cine en Hollywood , Charlie Kaufman, y dirigida por el francés Michel Gondry. Fiel a su estilo, Kaufman nos transporta por la mente de un ser atormentado por sus propios demonios, aburrido de su vida rutinaria, solo, confundido, esperando algo que le cambie la vida.
Este personaje es Joel Barish (Jim Carrey), un individuo que no sabe como, pero conoce a una encantadora pero a la vez impulsiva chica, Clementine Kruczynski. Platican y platican durante horas, pasan la noche juntos (sin involucrar sexo) y de repente aparece el clásico estilo de Kaufman para envolvernos en su mundo, en sus miedos, en sus fantasías, en una narración que, sin darnos cuenta, nos confunde, nos pierde; todo esto con el propósito de darnos a conocer, poco a poco, hacia donde nos lleva: a una historia de amor diferente. Existen los clichés de este tipo de historias: chico conoce chica, se enamoran, aparece un tercero en discordia, el rompimiento y esas cosas. Pero en Eterno Resplandor... las situaciones se dan de manera diferente, que logran cautivar al espectador. Bueno, al menos a quien escribe esto, sí.
Tras dos años de relación, Joel y Clementine rompen. Después de esto Joel se entera que Clementine lo ha borrado de su mente. Ante la sorpresa, Joel decide hacer lo mismo. Ir a Lacuna, compañía que se dedica a este “borrado”, para eliminarla de su mente, es decir, borrar todos los recuerdos que tenga de ella.
Así es como Joel lleva todo lo que se relacione con Clementine: fotos, cartas, ropa, tarjetas, etc.
Cuando se empieza a dar el proceso de borrado, es cuando la cinta se sumerge en un viaje tan intenso, como tierno; tanto alucinado, como reflexivo.
Joel empieza a recordar todo lo que vivió con Clementine, desde el día que se conocieron, hasta su rompimiento.
Durante esto, el protagonista se da cuenta, demasiado tarde, que no quiere olvidar a Clem y empieza una travesía, dentro de su mente, para conservar los recuerdos de su ex novia.
Como mencione arriba, esta es simplemente una historia de amor diferente. A pesar de los clichés que tiene, tanto guionista como director juegan con la manera como es contada la historia. Un momento estamos dentro de la mente de Joel, luchando por no olvidar a Clem; en otro vemos a los “borradores” trabajando; al siguiente de nuevo en la mente de Joel, recordando momentos tristes y alegres; al mismo tiempo, otra historia de amor olvidado nos es contada; para que al final, los esfuerzos de Joel, sean en vano y se despida de su amada, quizá para siempre, y lancen al espectador preguntas que nos explotan en la cara, para decirnos que siempre necesitamos alguien para compartir, platicar, pelear, pero sobre todo, para querer o amar.
¿Cuántas veces hemos dicho cosas que hieren a nuestra pareja a causa de arranques de ira, berrinches o celos? O lo contrario, ¿cuántas veces callamos nuestros sentimientos o lo que nos molesta del otro? ¿Existe el verdadero amor? ¿Personas diferentes se atraen? Cada uno tiene la respuesta, al final, cada quien contesta lo que quiere o lo que le conviene. Aun así, el amor perfecto no existe, y Kaufman lo sabe bien, pero también nos dice que si no aceptas a tu pareja con sus errores, entonces no aceptaras a nadie, incluso, a ti mismo. ¿Será?
ARCHIBALDO DE LA CRUZ
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